Hay fechas que duelen, no por haber tenido un mal día, sino por los recuerdos que se vienen a la mente. Fechas en las que empieza algo importante o que, por el contrario, termina.
Son días melancólicos. Las horas pasan entre recuerdos y nostalgia. ¡Qué diferente hubiera sido todo si las cosas se hubieran dado de otra manera! ¡Cuántos errores se podrían haber evitado! Pero ya es tarde. Esos tiempos ya pasaron. Y ahora solo hay dos opciones: o bien intentar olvidar, o bien pasarse la vida preguntándose cómo hubieran podido cambiar las cosas. Ninguna de las dos es fácil. ¿Pero qué más se puede hacer?
Solo queda aprender a vivir con los recuerdos, asumiendo que ya nunca volveremos a ser los mismos, que esos tiempos ya murieron y que es imposible que se vuelvan a repetir.
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